LA MOTIVACIÓN EN LA LECTURA

Sabemos que leer es un proceso complejo que requiere de una serie de condiciones específicas para que se produzca la comprensión. Una de ellas es la motivación (las otras están relacionadas con la concentración, memoria, vocabulario, velocidad o fluidez, estrategias, conocimientos previos, salud, etc.). La motivación es esa fuerza  que nos mueve o nos lleva a realizar algo -o como dirían los psicólogos- es lo que genera nuevos comportamientos.

 

Esta motivación puede ser intrínseca o extrínseca; en el primer caso es el impulso provocado por el mismo sujeto que generalmente es consecuencia  de la variante afectiva o emocional, es decir, la acción a realizar está asociada con sentimientos agradables o placenteros. La otra -la motivación extrínseca-  se da cuando el impulso que nos lleva a realizar una determinada actividad o comportamiento es el resultado de una situación externa, ajena a nuestra propia voluntad, pero -como vemos- es lo que influye en nuestro actuar.

 

Un niño que lee un texto porque le pareció que era interesante y se entusiasmó con la lectura y lo vemos leyendo con placer y atención es un ejemplo de motivación intrínseca; mientras que otro chico lee porque tiene una evaluación al día siguiente o porque sus padres se lo exigen o le han ofrecido un regalo, es el caso de la motivación extrínseca.


El lector ideal debería tener una motivación intrínseca y la educación primaria  debería tener como uno de sus principales objetivos desarrollar esta capacidad durante los seis años que demora este nivel y si aun resulta insuficiente,  tenemos la educación secundaria con cinco años más. El lector motivado ha sido estimulado durante su escolaridad, incluso desde antes y el rol de la familia también juega un papel importante en ella. 

El lector motivado no le tiene miedo a la lectura porque ha conceptualizado al acto lector como una oportunidad agradable que le permite conocer nuevas experiencias y, por otro lado,  no se choca con el obstáculo de la comprensión porque seguramente ha desarrollado otras habilidades lectoras  y en ellas la familia y las buenas profesoras  deben haber influido mucho, definitivamente.

El lector no motivado se ha creado una serie de ideas distorsionadas sobre la lectura; piensa que leer es difícil, aburrido, agotador, no divertido, no gratificante, estresante, incomprensible, insoportable, cosa de enfermos, pérdida del tiempo, etc. Este tipo de lector si lee lo hace por obligación, pide que le lean el texto, busca resúmenes en la red y siempre está buscando una justificación para no leer. Es lógico que carezca de otras habilidades lectoras y seguramente la familia hizo poco al igual que los docentes. 

En las actividades lectoras el profesor es el principal referente de la motivación y para ello es sumamente importante:

  • Que el docente sea un lector permanente y que a través de sus acciones muestre su placer por la lectura, pues siempre tendrá a la mano un libro diferente del cual hará comentarios en el momento oportuno; el profesor es el modelo y sus discursos sobre la lectura siempre serán creídos.


  • Que los textos que van a leer los alumnos ya deben haber sido leídos por el docente y por ello mismo es el motivador extrínseco más importante para el alumno, en consecuencia, es todo un publicista y especialista en marketing para que su niño o niña empiece la lectura hasta terminarla.


  • Que las evaluaciones no necesariamente deben ser cuantitativas y por eso no es bueno, al comienzo, saturar al lector potencial con una serie de actividades o tareas pesadas que lo único que va a generar es confirmar sus ideas distorsionadas sobre la lectura. Se puede evaluar cualitativamente y registrar las  actitudes positivas como: trae su libro, mientras lee muestra concentración, se ríe de vez en cuando al leer, comenta situaciones del texto con sus compañeros, se interesa por otros textos del mismo autor o del mismo tema, etc.


  • La recompensa por leer debería ser una fiesta en donde los niños son felicitados a través de directivas, anuncios, perifoneo, y qué se yo, pero ellos deben sentir que leer no es poca cosa sino todo lo contrario: leer es lo máximo.

 

Claro que se pueden hacer otras mil cosas más para que nuestros niños accedan a la universidad o instituto con una competencia lectora que les asegure una formación y profesionalización verdaderamente integral porque la lectura, además de ser el proceso que más se relaciona con la educación,  es también el humanismo per se.

 

 

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